De repente, “nos damos cuenta” que las cosas no están saliendo como era nuestro deseo…
¿Podría ser por alguna de las siguientes causas?...
Esperar a que pase algo: la realidad es que cuanto más esperemos, menos probable es que cumplamos los objetivos que teníamos planeados en el tiempo.
No saber lo que se quiere: desde pequeños nos muestran los logros de otras personas, sus ideas, aspiraciones y desafíos. Rara vez nos animan a pensar en nuestros propios logros, puntos fuertes y carencias. Por eso no tenemos práctica en identificar qué queremos y cuáles son nuestras prioridades.
Pensar que se debe encarar todo el proyecto de golpe: a veces un proyecto puede abrumarnos y hacernos pensar que la tarea es muy difícil. No lo empezamos porque lo vemos como un enorme trabajo que no puede dividirse, y nos cuesta más mantener la motivación al considerarlo abrumador. La capacidad de organizarse es clave para el éxito.
¿Algo más?: Con seguridad ya pensaste en varios obstáculos que te presentó tu propia experiencia. ¿Cómo los descubriste? ¿Qué hiciste frente a ellos? ¿Qué resultados lograste? ¿Podrías volver a utilizar los mismos recursos? ¿Qué aprendizaje te dejaron?
El primer paso para cumplir los proyectos e introducir cambios en nuestra vida es aceptar la situación y trabajar con nuestros puntos fuertes y débiles, habilidades y pautas de conducta en diferentes situaciones. Los resultados no tardarán en aparecer!
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